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Persona: Sophia Scholl

Posted by El Corsario Negro en 2010-03-03

«El verdadero daño es hecho por esos millones que quieren ‘sobrevivir’. El hombre honesto que solo quiere que lo dejen en paz. Esos que no quieren sus pequeñas vidas afectadas por algo mayor que ellos mismos. Esos que no tienen partidos y no tienen causas. Esos que no se dan cuenta de su propia fuerza, por miedo a enfrentar sus propias debilidades. Esos que no quieren hacer olas – o enemigos. Esos para los cuales la libertad, el honor, la verdad y los principios son solo literatura. Esos que viven pequeños, se reproducen en pequeño, y mueren pequeños. Es el enfoque reduccionista de la vida: si la mantienes pequeña, la mantendrás bajo control. Si no haces ruido, el coco no te va a encontrar. Pero solo es una ilusión, porque ellos mueren también, esa gente que doblan sus espíritus en pequeñas esferas con la intención de estar seguros. ¡¿Seguros?! ¿De qué? La vida siempre está al borde de la muerte; las delgadas callejuelas llevan al mismo lugar que las amplias avenidas, y una pequeña vela se extingue de igual forma que una gran antorcha. Yo elijo mi propia forma de arder.»
Sophia Scholl

Sophie Scholl

Sophie Scholl

Hoy comentando con Antonio respeto a la responsabilidad y/o culpabilidad de una de las esposas de fundador de los legionarios de cristo Marcial Maciel al no detectar, evitar o denunciar a tiempo el que su marido abusaba sexualmente de sus hijos, recordé un viejo y excelente comic de Subnormality llamado «La linea».

Lo compartí en Google Reader, junto con un pequeño comentario:

– ¿De que lado de la línea estas?

Y mi hermano, normalmente tan acertado, comentó:

Leí ese cómic (muy bueno por cierto) hace unas semanas, y creo que he tenido tiempo de digerirlo.
Si estas a la altura de la línea, estás mal. ¿Porque? Porque ninguna detuvo a los Nazis, una los consolidó como carne de cañón del terror y la otra trabajó para ellos.
Es romántico el morir por una causa, pero las más de las veces los que ganan son los que hacen que los otros se mueran (véase «Patton») así que más bien deberíamos discutir, ¿cual alemán melló aunque sea el puño de hierro? (mezclando descaradamente referencias de guerras mundiales), ese merece nuestro respeto.
Así pues, no se trata de dibujar una línea y decir, «nosotros contra ustedes», se trata de decir, «mi vida sirve para esto» y la vida solo está delante, ni a derecha ni a izquierda, y se trata de caminarla por el mejor camino que encontremos, el camino es mejor si no es empinado, ni peligroso, pero de nada sirve si no lleva a donde queremos ir.
Y además, no tenemos mapa.
Así que, caminemos, no dejen de avisar de lo que vean desde las colinas que escalen y ojalá que sus pasos sean firmes y el viento sople a su favor

No solo creo que es un comentario equivocado. También creo que es peligroso. Y lo es porque olvida algo. Olvida a Sophia Scholl.

Sophia Scholl era una niña alemana que se encontró en medio de la locura. A su alrededor la mayoría de la población alemana enloqueció, encumbró un régimen fascista y se dedicó a una guerra genocida contra los «diferentes», los «otros», que eran el resto de la humanidad. Ella no era una gran pensadora o científica. No era un líder o héroe de acción. No era hija o madre de alguien importante. Era una muchacha como cualquier otra. Como mi hija.

En medio de uno de los momentos mas oscuros y vergonzosos de la humanidad, en medio de la locura y el odio, en medio de la represión y la conformidad, ella habló. No gritó. No mató. No hizo nada malo. Solo se organizó junto con unos amigos en una organización no violenta a la cual llamaron «La Rosa Blanca», escribieron unos textos y pegó panfletos contra el régimen en la pared. Solo eso. Solo hablar. Solo expresarse. Fue sumariamente juzgada un enemigo del estado, un traidor a su país, y fue guillotinada.

Ella fue solo una pequeña vela encendida durante únicamente un par de meses en medio de la noche mas larga y mas negra. Una mínima luz en la mas terrible oscuridad.

Ella nos absolvió a todos.

No puedo exagerar lo que opino de ella. Es candidata a la mejor persona en la historia del mundo. Es, quizás, el mejor ejemplo de lo que debemos ser, a lo que debemos aspirar.

Y mi hermano debería saber eso. El debería saber lo que es el dilema del lacayo. El debería saber lo peligroso que es quedarse callado, dejar que las cosas «pasen». Agacharse. El debería saber que tenemos una responsabilidad, no con la historia, la humanidad, o palabras grandes como esas. Tenemos una responsabilidad con nosotros mismos. Con nuestros principios y nuestra identidad. Mantener nuestra dignidad, en todo momento y en todo lugar. Esa última pulgada que menciona Alan Moore en «V de Vendeta». Esa última línea antes de volvernos lo peor que podemos ser.

Siempre he pensado que cuando encontremos a otras civilizaciones debemos ser humildes, y debemos decirles, en una de nuestras primeras reuniones, de lo que somos capaces. Mencionarles el horror del fascismo, no como algo que hicieron los demás, sino como algo que nosotros dejamos que pasara. Es nuestra culpa, y de nuestros hijos, los regímenes totalitarios, los campos de concentración, el holocausto. El pecado original. Nuestra gran culpa. Somos lo peor de la tierra. Los malditos.

Pero una niña nos redimió. Una niña demostró que aún ahí podemos ser humanos. Podemos ser valientes. Podemos enfrentar nuestros miedos. Podemos ser dignos de ser ciudadanos del cosmos. La victoria que ella ganó no fue mellar «el puño de hierro» alemán. La victoria que ella ganó fue mas pequeña e infinitamente mas valiosa. Ella no se volvió nazi. Ella mantuvo su dignidad y su humanidad. Ella mantuvo esa última pulgada. Como ella misma dijo: «An end in terror is preferable to terror without end».

La linea no está afuera. La línea no es para los otros. La línea no es para separar los de mi lado de los demás.

La línea es dentro de nosotros. La línea es nuestra.

A veces me asusta que no he podido enseñar a Johnny esa verdad. Que no he logrado comunicarle lo importante que es ser uno de los buenos. Es verdad que los principios y valores de cada persona con variables, relativos. Pero lo son comparados contra los demás. Dentro de nosotros debemos ser firmes y valientes. Integros y consistentes. Justos y compasivos. Debemos mantener esa última pulgada que nos hace humanos.

¿Nos vamos a vender? ¿Nos vamos a quedar callados? ¿Vamos a vivir con miedo? ¿Vamos a cerrar los ojos? ¿Vamos a perder nuestra dignidad?

Los regímenes totalitarios, los genocidios, las edades medias, las fanatismos, todo lo mas oscuro de nuestra alma existe porque nos callamos y lo dejamos existir. Porque todos nosotros, uno por uno, nos sentimos cómodos en el rebaño y temerosos de hablar. Por que nos vendemos. Nos rendimos. Nos callamos.

Como dijo Bertolt Brecht: «Triste la tierra que no tiene héroes. No, triste la tierra que necesita héroes.»

No necesitamos héroes. Para derrotar a los fanatismos, la ignorancia, la violencia, la corrupción y la discriminación no necesitamos un superhéroe. Necesitamos todos, cada uno, internamente, decidir ser humanos, ser dignos, ser valientes. Decidir ser como Sophia Scholl, y hacer lo correcto. Solo eso.

¿De qué lado de la línea estás?

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